lunes, 11 de mayo de 2009

Sobre una prosopagnosia vincular o simple situación de locura

Lo que vió esa mañana al despertar interrumpió la despereza habitual con un salto a fuera de la cama. Lo que lo despertó a él, no fue ni el grito de ella, ni el ruido que hizo para salir de la cama. Nada de esto le hubiera interrumpido el sueño habitualmente, pero la tensión y susto de ella, se hizo carne en el adormecido cuerpo del durmiente. – ¿Quien sos? ¿Cómo llegaste a esta cama?- gritaba ella, mientras él, igualmente sorprendido, intentaba incorporarse. -¿y vos? ¿quién sos?- preguntó él con la calma aparente de quien no logra despertarse. Esta pregunta tranquilizó momentáneamente a ella, al menos antes de descubrir que se acababa de destruir la única fuente de información con que contaba en esta extraña situación.

-¿Cómo quien soy?...¿quién sos vos?- insistió en la pregunta -…me despierto con un completo desconocido metido en mi cama y encima tengo que responderle quien soy?...-..para, para un poquito- interrumpió el sin estar seguro cual de toda las palabras que ella decía lo había inquietado mas. –Ésta es mi cama y… ¿Dónde esta mi mujer?-, -¿Qué mujer? Vos estás loco, decime que hiciste con mi marido, ayer me acosté con él como en los últimos diez años y hoy me despierto con vos…- No sé que fue lo que dijo ella que le hizo dudar, tal vez lo de los diez años, le parecieron muchos para una mujer joven como ella, pero si en algo era bueno él era en diferenciar cuando alguien mentía o estaba siendo sincero, y en este caso estaba seguro, ella no mentía, tampoco podía decir que estaba diciendo la verdad pero mentir, no mentía. Tan seguro estaba de ella que una cadena de pensamientos recorrió su mente en forma vertiginosamente acelerada – ¿y si me volví loco?- pensó, pero no fue un pensamiento periférico de esos que se usan para organizar una situación. Desde lo más profundo de sus entrañas brotó como un volcán en erupción aquella idea que tanto temía pero a la vez le inquietaba por la curiosidad que lo caracterizaba. A medida que se inmiscuía en sus propios pensamientos, escudriñaba en sus ideas, éstas cobraban fuerza por remarcación. –Estoy en una cama que no es la mía, aunque la sienta como tal- pensó –me metí en la cama de una mujer que no conozco, puedo ir preso por esto, aunque me correspondería un neuropsiquiátrico, ¿Qué habré hecho con su marido? Tal vez lo halla matado, nadie entendería que no soy culpable de estos hechos por no haber tenido conciencia al momento de…- Interrumpió al vuelo esa cadena de pensamientos al darse cuenta que la idea de matar a una persona le era ajena aún para su inconciencia. –La loca sos vos!- acusó sin convicción ni argumentos, y ella entendió de qué hablaba, aún sin saber por donde andaban sus pensamientos, digamos como si lo conociese. –Es imposible- descarto de cuajo esa posibilidad sin demasiado esfuerzo por justificar tal aseveración, pero también le creyó, sintió su sinceridad, aunque a diferencia de él no era un don que dominara ese de adivinar mentiras y verdades de su interlocutor. Se tranquilizó, entendió que ambos se encontraban en una situación extraña, inverosímil, pero nada hay mas ineludible que la realidad, esto si lo sabía bien ella y en menor medida él. Así que entregarse a la situación, por más irreal que pareciera, era mas una consecuencia obligada que una decisión. Tal vez pasaba algo de esto por sus cabezas cuando por fin se cruzaron las miradas por primera vez en toda la mañana y sintieron que sus ojos o sus miradas se conocían demasiado siendo el resto lo novedoso. A ella le resultó menos conflictivo alinear sus sentimientos con su pensamiento y darse cuenta que aquello que veía le agradaba. A él le resulto tremendamente difícil aceptar que esa mirada de una completa desconocida había fundado instantáneamente una necesidad de repetir tal encuentro visual al menos por el resto de las mañana que le quedaban por despertar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario